domingo, 22 de mayo de 2011

¿Más casualidades?

No os vais a creer lo que me ha pasado esta mañana… El ¿destino? últimamente no deja de sorprenderme: me iba a mi cita con J., cuando al girar una esquina me he encontrado de frente con el señor del que os hablé en el post “¿Casualidades?”… Apenas hemos hablado, ya que yo llevaba un poco de prisa, pero me ha dicho que se notaba que estaba mucho mejor…

Y hablando de mi 2ª cita con J., son poco más de las 12 de la noche y hace solo una hora que he llegado a casa… Pero como estoy cansadita y con ganas de coger la cama, después de un largo día, dejaremos el “informe” para más adelante, ok? Y prometo desvelar la identidad del sujeto en cuestión.


¡Buenas noches!

jueves, 19 de mayo de 2011

Habemus cita

Allí estaba yo, puntual y como un clavo, en la puerta de la cafetería. Estaba un poco nerviosilla (aunque menos de lo que me imaginaba) pero teniendo en cuenta que era mi 1ª “cibercita”, supuse que era normal.
Un gusanillo en el estómago me dijo que era él cuando vi aparcar un coche a escasos 5 metros. El conductor bajó del vehículo y, con una sonrisa, se dirigió hacia mí.
“Hola. ¡Por fin nos conocemos!”. Le saludé con dos besos y, después de los típicos “qué tal estás”, “cómo ha ido el viaje”, “eres más alto/a de lo que imaginaba”, etc., decidimos entrar en la cafetería. Tan solo 10 minutos más tarde, y viendo que J. era tal cual como me esperaba (tras tantas conversaciones vía MSN), mis nervios desaparecieron.

Después del café fuimos a dar una vuelta. Durante el trayecto, continuamos hablando de nosotros y cada vez estaba más sorprendida por la cantidad de cosas en común que teníamos. La verdad es que me encontraba muy cómoda con J., y después del paseo acordamos tomar un helado.
Charlando, riendo, leyéndonos los SMS que nuestros respectivos amigos nos iban enviando (preocupados por nuestro bienestar, aunque también para cotillear…), nos dieron las nueve y media de la noche.
“Oye, ¿te apetece que cenemos juntos?” Le propuse. “Me encantaría. Además, no tengo plan para esta noche” Me contestó con una sonrisa.

Llegaba a casa sobre la una de la madrugada. Las casi 7 horas que estuvimos juntos me pasaron volando, y no pude evitar hacerme una pregunta: ¿Habrá una segunda cita?

Pues sí… este sábado hemos vuelto a quedar… Pero en plan de amigos. Ninguno de los dos tenemos prisa y preferimos conocernos mejor, antes de ver si hay posibilidades de “algo más”.


Por cierto, os propongo una especie de adivinanza: ¿Quién creéis que es J., de entre los varios “sujetos” de los que os he hablado?


martes, 10 de mayo de 2011

¿Casualidades?

Unos días antes de finalizar el 2010, me pasó una cosa que me dejó bastante sorprendida. El caso es que, estando en la oficina, un compañero salía de la misma acompañado de un cliente, al cual no había visto nunca. De repente este señor, de unos 60 años, se dirigió hasta donde yo estaba y dándome la mano, me deseó un feliz año nuevo. Le respondí con una sonrisa, deseándole lo mismo, y a continuación me dijo algo que me dejó helada: “Cuídate y ten mucho cuidado con el estómago”.
Últimamente llevaba una temporada un poco chunga, con algunos problemillas de salud y con pérdida de peso incluida, y mi cara debió de ser un poema en ese momento, porque el hombre me dijo que era todo producto de los nervios, debido a que hacía poco que había sufrido una decepción importante con una persona. No soy alguien que crea en esas cosas, aunque reconozco que siento curiosidad por esos temas, por lo que le pregunté si se dedicaba a ello, ya que me lo había acertado… “No, lo que en ocasiones puedo sentir lo que le pasa a la gente con tan solo tocarla, pero depende de su sensibilidad”, me contestó. “¿Y no me puede decir lo que me depara el 2011?”, le pregunté medio en serio, medio en broma. Se tomo su tiempo, sin dejar de observarme, y me dijo “Veo que el año nuevo trae un cambio, y será para bien”. Y allí me dejó, con la duda de saber más cosas… “Vaya, pues en lo del cambio también tiene razón”, me dije al pensar en el tema de la mudanza.

Un par de meses más tarde, volví a coincidir con este hombre en el trabajo, y amablemente, me invitó a tomar un café con él en el bar de enfrente. Estuvimos hablando una media hora sobre su trabajo, la crisis en España y demás temas de la vida cotidiana, pero la verdad es que me moría de ganas de que me dijera algo más “sobre mi futuro”…
Y no sé si es que lo notó de alguna forma pero, cuando nos estábamos despidiendo, me dijo: “No te preocupes por esa persona que ya no está en tu vida. El chico que esperas no tardará en aparecer, pero mi consejo es que le hagas sufrir un poquito…”


Supongo que ahora os estaréis preguntando “¿Y a qué viene esta entrada?”
Lo sabréis en mi próximo post…

martes, 3 de mayo de 2011

Martes

Hay que ver, a veces, qué fácil es que te alegren el día...

J: Gracias por arrancarme una sonrisa esta tarde.